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El Flautista y las isapres

Luis Larraín libertad y desarrollo

Por: Luis Larraín | Publicado: Martes 13 de diciembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Luis Larraín

En Hamelin, un flautista ofreció a sus atribulados habitantes librarlos de la plaga que les asolaba: las ratas. El precio a pagar por ese servicio era un saco de monedas de oro para el músico. En Chile los usuarios del sistema de seguros privados de salud estaban descontentos con las alzas de precios que las isapres aplicaban para cubrir el aumento de los costos de los servicios de salud. Políticos, abogados y jueces se ofrecieron a librarlos de esta verdadera plaga, que se acentuó en tiempos de alta inflación.

El Tribunal Constitucional había empezado la tarea fallando recursos contra el texto expreso de la ley de isapres, prohibiendo discriminar entre afiliados de distinto sexo y edad, pese a que la ley lo permitía. Un grupo de abogados se aprovechó de la decisión de los tribunales de condenar en costas a las isapres que perdían los recursos de los afiliados contra las alzas de precios. Así, el costo de la defensa legal era gratis para los afiliados y algunos abogados ganaron, cada uno, cientos de millones de pesos al año financiados por el sistema, si tenían la sapiencia o los contactos suficientes para elegir bien el tribunal que debía fallar sus casos. Bonito negocio judicial. La tercera sala de la Corte Suprema, bajo el liderazgo del juez Sergio Muñoz, llevaba el pandero en esta tarea de “impartir justicia” en contra de lo que señalaba la ley.

“Los que prometieron a los afiliados que terminarían las alzas de precios y ofrecieron un sistema universal de salud en que no habría lucro y les cobrarían un precio justo, no podrán cumplir”.

Pero frente a las enormes pérdidas que empezaron a sufrir las isapres como consecuencia de todas estas acciones -a las que se agregaron las de médicos “licenciosos” que expedían licencias fraudulentas, una cada diez minutos en algunos casos, que ocasionaban cuantiosas pérdidas a las isapres y a FONASA y jugosas ganancias a esos médicos-, el sistema de seguros privados entró en una crisis sistémica que amenaza con su desaparición. Políticos en el Ejecutivo y Legislativo se preocuparon y dictaron una ley que restringía fuertemente la discriminación entre afiliados de distinto riesgo, determinando una nueva tabla de factores. Pero a poco andar, la Corte Suprema volvió a fallar contra lo que decía la ley, agregando ahora la obligación de devolver, retroactivamente, los pagos que las isapres cobraron a los afiliados en el pasado.

Las isapres, que en los últimos dos años perderán más de 250.000 millones de pesos anuales -ya que a los perjuicios descritos se agregaron cargas que el Estado les impuso con ocasión de la pandemia del Covid 19-, han entrado ahora en serio riesgo de insolvencia.

En Hamelin, los que acordaron pagar al flautista un saco de monedas de oro incumplieron su promesa y una vez que éste con su melodía consiguiera que las ratas lo siguieran y terminaran ahogadas en el río, no le entregaron su paga. En Chile, los que prometieron a los afiliados al sistema de seguros privados de salud que terminarían las alzas de precios y ofrecieron un sistema universal de salud en que no habría lucro y les cobrarían un precio justo, no podrán cumplir, pues desaparecidas las isapres todos sus afiliados tendrán que atenderse en FONASA, cuyo costo per cápita es el mismo que el del sistema privado y cuya calidad y oportunidad de atención es mucho peor y ahora estará colapsado por tres millones de afiliados adicionales.

En Hamelin la venganza del flautista fue componer otra melodía con la cual condujo a los habitantes al río, donde murieron ahogados. En Chile será la desaparición de las isapres y pésima atención de salud para quienes pretendieron usar al flautista beneficiándose de las decisiones del Estado, sin pagar los costos del socialismo.

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